6 abr 2011

Apocaliptico


Me encuentro en el techo de algún edificio que no conozco; no obstante, es más familiar de lo que aparenta, los colores de las construcciones aledañas, los parques y las intersecciones de las calles son tan conocidas que prácticamente los asocio con la escuela donde estudié arqueología, pese a que el lugar en que estoy no es la universidad donde me gradué.
Es difícil de describir el clima, aunque puedo asumir que una tormenta azotará la ciudad por las nubes que se avecinan y los rayos que trazan las nubes como serpientes escurridizas; no hace frío, no hay vientos rápidos, y los sonidos alrededor son aturdidores, pero opacos, sordos, azotan la ciudad inundándola con una vibración baja y densa, tanto que los podría comparar con el sonido de un terremoto.
Por su parte, las señales de los teléfonos celulares se encuentran totalmente inestables, no sé cómo, pero estoy completamente seguro de que no sólo mi celular es el que tiene tantas intermitencias de señal como de funcionamiento. Por más que intento hacer una llamada es inútil, de alguna manera sé que las líneas están muertas al igual que todos los aparatos electrónicos.
La gente está paralizada mirando al cielo, parecen estar en hipnosis permanente; ninguno de ellos responde siquiera a las cachetadas, sus miradas están perdidas en un sueño letárgico del cual no despiertan. Me encuentro a la mitad de una avenida, la gente dejó de caminar en la calle, los automóviles están quietos y mientras corro alrededor de la ciudad lo único que veo son multitudes paradas a la mitad de calles y bulevares, con el tráfico totalmente detenido, solamente viendo cómo las nubes invaden el cielo llenando de penumbra la ciudad.
El cielo es extraño, interminables nubarrones se esparcen por doquier ocultando al sol entre sus negras manos cubriéndolo en formas impensables. La bóveda celeste se corrompe con los relámpagos de colores rosas y azules iluminando completamente la ciudad; una necrópolis invadida por los dioses de la ira, o al menos es una muy acertada alusión de lo que mis ojos percatan.
Sigo por las calles yendo hacia mi casa, buscando a mis seres queridos, buscando una oportunidad de encontrarlos para saber si se encuentran bien, pero son inútiles mis esfuerzos porque al llegar a mi casa, la encuentro vacía.
Sé que debo de tomar una decisión y será importante, mas no conozco la incógnita que debo responder, pierdo la cordura tirándome al suelo envuelto en llanto, soy sorprendido por un chirriante sonido aturdiéndome a tal punto que ya no puedo escuchar mis propios pensamientos haciendo que todas la imágenes de mi vida pasen como un millar de fotografías y videos en tan sólo un segundo. Súbitamente una sola imagen queda plasmada en mi mente, aún y cuando abro los ojos sigue ahí manteniéndome completamente ciego de todo lo que está a mi alrededor, intento pararme o moverme, mas me encuentro completamente mareado sin tener control de mi cuerpo, poco a poco el sonido desaparece permitiéndome entrar en razón pero aún así la visión permanece intacta como un velo frente a mí, un hombre hincado con cabeza de jaguar sosteniendo un calendario azteca frente a él, a sus espaldas, una serpiente emplumada enroscada sobre sí misma con un calendario muy similar al del hombre, pero este se encuentra dentro de su boca.
En ese momento la imagen se nubla, permitiéndome lentamente distinguir todo lo que está a mi alrededor; lo primero que reconozco es el almanaque pegado en la pared de enfrente señalado con plumón en la fecha del 12 de diciembre del 2012.
Salgo de la casa corriendo llegando al jardín pero entro en ese extraño letargo en el que percibí a los demás, obligándome a voltear hacia el cielo… entonces despierto.

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?¿

Dueño de la mente enferma que se enfrenta a los augurios apocalipticos de la desgracia, cuando el hombre cae en la gracia de las manos del Señor! Y aun creen que la muerte debe de ser llorada? por qué no alabamos el más allá con un poco más de respeto!?

Siiento como si el mundo se hubiera partido en dos, una imagen rota de mi mismo, ensimismada en la nada. es una concepción onírica del espacio tiempo donde vivimos, una resolución incompetente a la sociedad, aplastados por las masas, subyugados por la idea fatídica que las cosas nunca cambiarán, siendo nosotros quienes debemos son los incursionadores en las páginas que nos demuestran que la historia es la idea de los jóvenes impulsadas por el amor a ser uno mismo. ¿Cuando nos dejamos vencer por la mediocridad?

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